Vive Feliz by Laura

Cómo vemos a las personas…

por | Sep 19, 2022

Ayer tenía una conversación que me hizo reflexionar sobre cómo veo yo a las personas. Antes un pequeño contexto que me llevó a esta reflexión.

Ayer le explicaba a Jordi (mi marido) que he visto algunos fragmentos de Harry con Oprah Winfrey y me ha cambiado mucho el concepto que tenía de él. Es cierto que se ha hablado mucho de él desde que nació y con todo el escándalo de haber pedido salir de los deberes reales y cómo al final se vieron obligados a renunciar a todo y marchar.

Mi concepto, muy vago por cierto, era el de una pareja que no consiguió sobrevivir a la presión de la prensa y de las obligaciones de sus «cargos» y que habían salido por la puerta de atrás. Mi visión sobre Meghan era también muy superficial. Yo pensaba: «sabías dónde te metías e igual te metiste». Y, ahora, he cambiado por completo de opinión.

¿Qué me hizo verlos de forma diferente? Escucharle a él. He percibido mucha verdad, mucho dolor, mucha tristeza de un chico que no eligió nacer donde nació. Que no ha superado la muerte de su propia mamá y que no consiguió cariño, afecto, ni comprensión en su familia. Y esto es fundamental para cualquier ser humano. Mucho más en momentos cruciales en tu vida y, ¿qué peor que la muerte de una madre?

Y aquí quiero explicar el título. Cuando yo veo a Harry en su entrevista, percibo cosas de él, intento ponerme en sus zapatos, intento poner compasión en mi visión.

Cuando veo una serie como «Salvar al Rey», que habla de la monarquía del rey Juan Carlos I de España, no veo la superficie del personaje, siento la soledad, la tristeza y el desasosiego de crecer lejos de tu familia y percibo cómo el poder lo fue endureciendo y cómo todo su entorno lo llevó a ser el «inviolable» que fue. Estaba por encima de los demás, sí, pero detrás de eso había un ser humano roto o eso percibí yo.

Y el mejor ejemplo de esto es lo que le explicaba anoche. Y es una tontería de anécdota, pero yo creo que explica lo que quiero decir.

Cuando vi la película «Titanic», yo tenía 18 años. Acababa de salir del cole, estaba en mi primer año de la universidad. Fuimos al cine, porque era la película de moda, pero por nada más.

Lo importante es que yo no sabía nada de la historia del Titanic, nada de nada. Solo sabía que era un barco que había chocado contra un iceberg y ya. Ni las muertes, ni la tragedia que todo eso representó en esas miles de vidas.

Bueno, la peli empieza con toda esa opulencia, la mini historia de amor y todo eso que te lleva a ese mundo de otra época, muy bonita hasta ahora.

Viene el momento del choque y ahí me cambió toda la perspectiva. Y esto ocurrió como lo cuento, lo recuerdo como si lo estuviera viviendo en este momento. En ese momento de la película yo empecé a sentir una soledad inmensa dentro de mí y comencé a llorar. A llorar sin consuelo. Y lloré y lloré, porque sentía que cada persona tenía que haberse sentido tan sumamente sola en esos momentos, tratando de salvar su vida, sin saber que su destino era aciago, que lo más probable era que murieran. Pero, ojo, esto yo no lo sabía. Yo pensaba que las personas que habían conseguido caer al agua, habían sobrevivido. Y hago una pausa. La única explicación que puedo darle a esto es que yo me crié en el Mar Caribe, un mar que es cálido, casi todo el año, no concebía en mi ignorancia morir de hipotermia en cuestión de minutos u horas.

Pasé toda la película llorando, mirando la pantalla, sintiendo esa soledad inmensa. Tanto así, que me olvidé de la persona que tenía al lado o de si había gente en la sala (estaba llena), yo me sentía sola, pero allí con ellos, sintiendo la tristeza, la inmensa soledad y el desasosiego de esas personas.

Ahora comprendo mejor el porqué de esto. En ese momento no tenía idea de ser una persona sensible. Hoy lo sé y me da explicación a esa sensación tan intensa que sentí. Que son actores y que todo era una representación, pero yo me puse en la piel, sin quererlo, de las personas que vivieron eso realmente.

En otra ocasión me pasó, pero ya era más consciente de mis emociones. Acompañé a mi hermana a la celebración por la vida del esposo de una compañera de su trabajo. Había muerto repentinamente de un infarto, siendo muy joven.

Hicieron una especie de fiesta con sus amigos cercanos y familiares. Pusieron comida y bebidas en un lugar al aire libre que a él le encantaba. Y pusieron en una mesa una colección inmensa de fotos de él, en muchas ocasiones y con muchas personas diferentes a lo largo de su vida. Mi hermana y yo nos acercamos a ver las fotos. Yo no pude pasar de la segunda cartulina. Se me aguaron los ojos. Nunca había visto a esta persona, pero por alguna razón, sentí una tristeza inmensa que atribuía a la persona que había juntado todas estas fotos y las había colocado una por una. Era como si la tristeza de esa o esas personas que habían colocado las fotos, se pudiera transmitir a través de esas cartulinas. Preferí dejar de verlas, porque sentía que podía comenzar a llorar sin tener razones lógicas para hacerlo. Eso me hace pasar un poco vergüenza, para ser sincera.

¿Eso me ha pasado muchas veces? Soy consciente hoy que sí, que ha sido así.

Hoy veo a las personas en consulta, escucho sus historias, unas más bonitas, otras menos y nunca veo la superficie, siento la profundidad de sus emociones, siento compasión por la parte humana detrás de las palabras que entran por mis oídos y se procesan en mi cerebro. No hay juicio. Solo hay compasión y amor. Suena increíble, pero aunque mi cerebro pueda juzgar y clasificar cosas, yo no lo siento dentro, que creo que es donde realmente vale. No siento necesidad de juzgar, en ningún caso.

Y tengo que decir que he escuchado historias durísimas. Historias incomprensibles. Historias personales tristísimas y, siempre han encontrado en mí, compasión y amor.

Yo no soy una persona extraordinaria. También puedo tomar a la ligera y con juicio las cosas que veo y escucho, pero cuando aplico la consciencia, todo esto cambia. Y todos tenemos esto dentro de nosotros.

Esto es lo que quiero destacar, que todos podemos ver a los demás sin juzgar, si aplicamos consciencia a nuestras relaciones.

Solo tenemos que limpiar nuestras «capas» para llegar a quiénes somos realmente, a nuestra consciencia pura y conectar con los demás desde ese lugar.

Gracias por llegar hasta aquí y si esto que te he contado te ha hecho reflexionar, déjame tus comentarios, me encantará leerte.

Un abrazo,

Laura

by <a href="https://vivefelizbylaura.com/author/laura/" target="_self">Laura Ramírez Carrión</a>

by Laura Ramírez Carrión

Soy especialista en el mundo de las emociones y trabajo con las personas a nivel holístico, a nivel profundo, a nivel integral. Estoy aquí para acompañarte y mostrarte herramientas en este camino de despertar. En este camino hacia la felicidad plena.

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